Vacíos por dentro para Di-s

Días atrás tuve la oportunidad leer y estudiar los pasajes referente a Abraham, el primer Patriarca del pueblo de Israel. La vida de este personaje bíblico, guerrero intelectual, nos da una idea de lo que El Eterno desea de todo hombre que se estime y que desee hacer la Voluntad de Di-s.

El proceso de crecimiento de Abraham demuestra una transformación necesaria para poder entrar en gracia y comunión con Di-s. Durante su vida, tuvo que pasar por diez (10) pruebas por medio de las cuales se cree que El Eterno pudo saber quién era Abraham. Esto quiere decir que El Eterno no sabía aún quién era aquel hombre que revolucionó a toda una generación y a su descendencia? Ya plantear esta pregunta puede ser un atrevimiento. Es evidente que no sólo Di-s conoce los corazones, sino que además, siendo El Eterno, El mismo, El Tiempo, y por medio de su Omnipresencia sabía de antemano que Abraham sería aquel que El esperaba que fuera. Entonces para qué las pruebas? Para que Abraham y hombres como nosotros sepamos quiénes somos y dónde estamos ubicados bajo los ojos de Di-s, es decir, de qué somos capaces por amor a El.

Debe estar claro que la Biblia Hebrea no es un libro histórico ni genealógico. En ella encontramos mandamientos, leyes, relatos, pero también, el testimonio de hombres y mujeres que dieron pautas para ser imitadas. También personajes que se revelaron a la propia Presencia Divina de Di-s.

Pero en especial, seres humanos que se mostraron tal cual eran, y que nos dan a entender que podemos imitarles en virtud de que sus pensamientos y sobre todo sus acciones fueron del agrado de Di-s. No eran dioses o semi-dioses que fueron capaces de sacar a un pueblo de la esclavitud física y psicológica, ni de dioses que abrieron el mar; ni de guerreros celestiales alados que destruyeron los muros de ciudades fortificadas a punta de el sonido de trompetas y gritos.

Eran hombres y mujeres iguales a nosotros, al menos por fuera. Y por qué no, posiblemente por dentro de algunos. Y me refiero con ello al espíritu luchador que muchos de ellos demostraron al mundo de aquella época y la actual, pues siguen siendo ejemplos, y sus vidas aún hoy las debemos usar como punto de referencia. Estudiar a los personajes bíblicos no sólo será una buena práctica en la que podremos hallar enseñanzas importantes que podrán darnos pautas a nuestras vidas o hasta soluciones a los conflictos en los que podamos encontrarnos en algún momento dado.

Pero más allá de lo que ellos eran, aún son ejemplos para muchos de nosotros que buscamos nuestra identidad y deseamos fortalecer nuestra personalidad cada vez más, por medio del aprendizaje, la experiencia y la auto-revisión. No será suficiente leer o estudiar profundamente sobre lo que les motivó a cada uno de ellos a actuar como lo hicieron por amor a Di-s. Más allá de ello se encuentra la personalidad, la psiquis. Aquello que ha formado al hombre, producto de lo vivido.

Cada quien es el producto de lo que las experiencias y lo vivido han hecho de él. Esto forma algo en cada quien llamado: creencia. La suma de las creencias dará la base y el sostenimiento de la personalidad, que a su vez serán generadoras de ideas y motivación para lograr objetivos claros y definidos que le permitirán alcanzar una vida más elevada y luchar sabiamente para sobrevivir. En teoría esto se ve precioso, pero la realidad es otra.

Cada individuo tiene creencias y una personalidad, pero eso no quiere decir que su forma de ser sea del agrado y esté en comunión con Di-s. Muchos aseguran que -Di-s los ama como son-. Pero esto no es cierto. Lo que las experiencias han hecho de nosotros pudo también haber sido destructivo, y el suicida puede dar fe de eso con su baja autoestima, producto de sus deprimentes experiencias y la falta de amor experimentada, que lo han llevado a tomar la decisión de matarse.

Entonces qué garantiza que lo aprendido a lo largo de la vida sea realmente lo mejor que nos ha podido suceder? Muchos hemos sido lo suficientemente tercos como para aceptar que los 30 o 50 años que tengamos viviendo han estado bajo las pautas de Di-s, y además no podremos asegurar que lo que somos, nuestra personalidad, sea la mejor herramienta para enfrentar la vida, como creyentes, religiosos o no, independientemente de la fe o la doctrina que profesemos.

Aquellos personajes de la Biblia Hebrea, no sólo dan un testimonio de sus vidas, junto a las buenas y las malas experiencias vividas que poco a poco van formando sus caracteres. Lo interesante de esto, visto con ojos de psicólogos, es que así como hemos podido hacer revisión de lo que vivimos y que aquellas situaciones incidieron de tal o cual forma en nuestra personalidad, esto no lo podremos hacer con más nadie al menos que esa persona se explaye en toda su confianza a relatarnos su vida hasta este momento y sepamos de esta manera lo que lo formó como ahora lo conocemos.

Esta tremenda oportunidad, a la que invito a aprovechar, nos la proporciona el relato de las vidas de aquellos personajes que podrían aportar sendas enseñanzas a nuestras vidas, pues desde un punto de vista más profundo, no sólo podremos analizar los hechos que formaron a estos personajes, sino qué le agrado y qué no le agradó a Di-s de ellos, para lo cual los apoyó o los castigó de una u otra manera, con el fin de mejorarlos, o mejor aún, de perfeccionarlos.

Con todo y que podamos llegar a estos niveles de profundidad, considero que todavía no es suficiente. Mi propuesta de hoy no es introducirse en el personaje, sin importar si este es hombre o mujer, y que de esa forma podamos incluso sentir lo que lo llevó a actuar de tal o cual manera, y a su vez «colocarnos en sus zapatos». Al respecto aprendí recientemente de la Dra. Lisa Aiken, que todas las personas tienen la razón, es decir: cada quien tiene razones suficientes para actuar de tal o cual manera.

El hecho de que cualquiera de nosotros tenga razón, que es lo que muchas veces afirmamos diciendo: -tienes razón-, o -no tienes la razón-, no es sino la mitad de la afirmación, pues lo que estamos afirmando hasta ese momento es que esa persona con la que hablamos, TIENE UNA RAZON PARA ACTUAR ASI O PENSAR COMO LO HACE. Esto quiere decir que tener razón, o en su forma más precisa, que alguien tenga una razón, no quiere decir que eso sea lo correcto o que estemos en lo correcto.

En resumen, tener razón no es estar en lo correcto. No te confundas.

Mi propuesta se extiende, no sólo en comprender a los personajes de la Biblia Hebrea. No es meterse en ellos, sino además hacerlo desde una perspectiva más valiente: meterlos a ellos en nosotros.

Cada uno de estos personajes ofrece un perfil psicológico y espiritual que no podemos desechar. La idea es meter al personaje en nosotros, pues existe una gran posibilidad que alguna vez hayamos actuado, lo sigamos haciendo como ellos, y no me refiero a la parte bonita cuando nos volvimos defensores de la humanidad, sino aquellas mucho peor que a la gente no le gusta que le digan: compararnos con los pecadores, los arrogantes, los altaneros, con los soberbios, los incrédulos, los mentirosos, en fin, los que actuaron en las Sagradas Escrituras opuestos al camino del Eterno.

Es ahí cuando muchos se quedan en silencio y no dan crédito a la posibilidad de que haya algo malo en ellos y mucho menos que sean pecadores. A esto se le suma una actitud aún peor, pues creyendo y asumiendo que no son pecadores o no lo fueron bajo circunstancias bien deplorables, llegan a juzgar a otros como si sus vidas hubiera sido un dechado de virtudes. Es sobre todo a esas persona que les es necesario llegar a introducir a los personajes bíblicos en sus vidas y buscar la comparación valiente, honesta y tan necesaria.

Pero la verdad nos hará libre y la mayoría de las veces es dolorosa, pero necesaria para lograr las transformaciones que nos permitirán alcanzar una vida espiritual más elevada. Pues, muy a pesar de que la vid ya haya florecido y dado frutos, siempre será necesario tener que aplicar nuevas podas, no sólo para fortalecerla sino para que sus frutos sean más abundantes y de mayor calidad.

Ahora bien, cómo podemos internalizar a aquellos personajes en nosotros? El proceso requiere valentía y sobre todo de honestidad. La auto-revisión será necesaria, para que el personaje seleccionado pueda ser comparado con nuestra personalidad más interna. Durante este proceso deberemos llegar a un nivel tal que sintamos que realmente hemos alcanzado un logro. Aquellos hombre que se negaron a caminar en el camino correcto, ofrecido o propuesto por Di-s, tuvieron alguna lucha interna, pero con seguridad prevaleció en Yetzer Hará (instinto al mal) y por ello fueron duramente castigados. Es evidente que sus pecados eran tan graves que se requería exterminarlos o que la tierra abriera su boca y se los tragara vivos.

Pero en aquellos que cayeron y aprendieron, y en aquellos que tuvieron siempre una actitud a favor de El Eterno, lo que prevaleció fue el Yetzer Tov (instinto al bien.) En ambos casos la libre elección de seguir un camino o no estuvo presente.

Pero quizás la parte más severa de esta revisión interna y la comparación con aquellos personajes que obtuvieron la gracia de Di-s sobre ellos y prevalecieron en la lucha contra el mal interno que hay en cada uno ellos y de todos los seres humanos, deberás saber que será necesario llegar a un nivel tal que te sientas como una vasija, pues deberemos muchas veces vaciarnos ante Di-s para que todo lo que El nos ofrece llegue profundamente y nos haga entrar en conciencia de la necesidad que tenemos de Sus Instrucciones.

El trabajo del vaciado interno no es un proceso simple, ni automático, y mucho menos breve. Más bien es largo, arduo y complejo. Pero no deja de ser necesario. Deberemos lograr esa verdadera revisión de las creencias y aquello que formó alguna vez nuestra personalidad, pero que no necesariamente haya sido lo correcto, aunque tengamos razones para haber sido así en un momento dado.

Para que El Eterno trabaje desde nuestro interior, debe encontrar un vacío por dentro de cada uno de nosotros. Habrá en caso contrario una lucha, que será tan dura o tan simple, como le permitamos a El que ocupe el lugar de nuestra personalidad y nuestro ego, el cual lucha por prevalecer en nuestro interior y será el principal contrincante ante la Voluntad Divina. Una vez que El ocupe ese espacio, sin duda alguna, la vida fluirá libremente en sus manos.

Las palabras del Di-s a Abraham: -Lej-Lejá-, Vete por ti, o, Vete por tu bien, implicaron dejar costumbres nacionales, culturales y enseñanzas familiares que eran un obstáculo para el propio crecimiento de Abraham y para que él mismo alcanzara la felicidad deseada, pero sobre todo, aquellas costumbres y enseñanzas antiguas serían una fuerte oposición para que las Instrucciones  Divinas de Di-s, es decir, La Torah penetrara en en Patriarca y surtiera el efecto  deseado por Di-s y Su Propuesta de Vida; como también debe suceder con nosotros.

Una vez logremos: estar vacíos por dentro, podremos experimentar la Luz del Eterno, y que seguramente resplandecerá hasta tal punto que otros van a querer saber qué es lo que nos hace sonreír de esta manera en que ahora lo hacemos.